viernes, 21 de diciembre de 2018

El Malecón de La Habana



Ubicado a menos de 300 metros de Casa Jardín está el símbolo más universal de esta ciudad con cinco siglos de historia: El Malecón, un evocador paseo marítimo de seis carriles y un larguísimo muro que se extiende a lo largo de ocho kilómetros desde el Castillo de la Punta hasta el Torreón de la Chorrera y la desembocadura del río Almendares.



El Malecón es una de las avenidas más auténticas y conmovedoras de La Habana y el lugar de encuentro predilecto de músicos, filósofos, poetas, pescadores, vendedores, amantes que se susurran palabras de amor y artistas de la melancolía que miran al mar del Caribe. Una joya única a cualquier hora del día.

Es una transición y, a la vez, una escalera mecánica que une La Habana clásica con aquella que fue reimpulsada a finales del siglo XIX, El Vedado.

Recorrer este mítico espigón es actividad obligada en La Habana y una experiencia que no te puedes perder. Ningún viaje a La Habana está completo sin un paseo por El Malecón.

El Malecón es un gran teatro al aire libre donde miles de vecinos acuden a diario a saludarse, debatir o tomar algo y una oportunidad única para contemplar la vida cubana desarrollarse ante tus ojos.


Es un sitio que nos recuerda porque la capital de Cuba no pertenece al mundo real, es un punto y aparte de todo.

No conviene idealizar el lugar porque, efectivamente, su muro está desgastado, las rocas graffiteadas, los edificios sufren la implacable corrosión del océano y, como toda la ciudad, ha conocido momentos mejores.

Por el Malecón hay que caminar con la vista bien alta, siguiendo la estela de edificios, algunos derruidos, otros desafiantes al paso del tiempo, pero todos con mucha vida detrás.


Pero lo que dignifica al Malecón no es su piedra, sino las personas que se sientan sobre ella, los ‘cocotaxis’ que corren paralelos a él o esos edificios que, aún sin balcones, todo el mundo querría poseer para guiñar, cada día, un ojo al mar. Además, la Oficina del Historiador de la Ciudad ha dado a 14 manzanas del paseo una categoría especial para intentar frenar su deterioro.

Eso (y muchísimo más) es El Malecón: un lugar donde es fácil perderse y sentirte dentro de una aventura, una locura y un remanso de paz, todo depende de donde estés y del momento del día.

La atmósfera del Malecón entra en ebullición al llegar el atardecer, cuando las luces de las farolas comienzan a despuntar entre los claroscuros de La Habana.


Uno de los atractivos del Malecón es la puesta de sol, que se puede observar desde muchos puntos del paseo. La puesta de sol es un momento muy especial del día en el que el cielo experimenta un precioso cambio de color, que comienza cuando una débil luz amarilla procedente de El Vedado se proyecta en las desvencijadas fachadas de Centro Habana, dándoles un aspecto etéreo y casi irreal.

No dejes de visitarlo y disfrutar la puesta de sol, y si la compañía es buena, la música te envuelve y los amigos llegan…entonces hay esperar que amanezca!!

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