martes, 16 de julio de 2019

La Rampa: el corazón de La Habana



Serie: Explorando El Vedado

La Rampa, actualmente la zona más moderna y de mayor atracción de la capital cubana, vuelve a ser punto de mira de foráneos y cubanos, con el remozamiento y la reapertura de la heladería Coppelia, conocida como Catedral del helado.

Desde las últimas décadas del siglo XX La Rampa devino el más concurrido lugar de La Habana, que por estos días, coqueta, se embellece en espera de los festejos por el aniversario 500 de su fundación, el próximo 16 de noviembre, estremecida por un contagioso impulso renovador.

La Rampa comienza en la intersección de Infanta y Malecón, que es como decir en plena línea fronteriza de la urbe propiamente dicha (La Habana) con una de sus más bellas barriadas (El Vedado), dice Ángel Augier en su libro La poética Habana, que recoge un centenar de poemas que cantan a la hermosa urbe, asentada definitivamente en 1519 al borde de una amplia y recatada bahía.

Aunque La Rampa, propiamente dicha, se inicia desde la calle K -donde resalta la tentadora cúpula de esa catedral del sabor que es la heladería Coppelia-, el declive que la caracteriza comienza en la calle L. recuérdese que debe tal denominación a que conforma “un plano inclinado para subir y bajar por él, escribe el célebre poeta y escritor cubano.

Un lugar inconfundible de la capital es La Rampa, donde se concentran hoteles, cines, salas de teatro restaurantes, cafés, bares heladería, plantas y estudio de radio y televisión, tiendas y servicios diversos, salas de exposiciones, oficinas, empresas de aviación y cabarets, aptos para brindar un servicio de calidad a los más variados gustos y distracción en especial a los más jóvenes.

Aunque por poco tiempo, el poeta argentino Mario Trejo, disfrutó el encanto al ir y venir Rampa arriba, Rampa abajo y fue tanta la impresión que esa subyugante parte de la ciudad aportó a su existencia que cantó las bellezas del lugar en una crónica que en 1964 publicó la revista Cuba.

En su artículo, que tituló La Rampa, anatomía de una calle, expresa: Todas las ciudades del mundo tienen una calle que las caracteriza y define. Calles donde uno está seguro de encontrar a alguien-amigo o enemigo-o al amor de su vida. Calles de luz y gente que amparan al solitario.

Calles que proponen un viaje y siempre son una aventura inesperada. Avenue des Champs Elisées en París, Avenida Copacabana en Río, La Gran Vía de Madrid, calle Corrientes de Buenos Aires, Vía Véneto de Roma, todas tienen un común denominador, manifestó el lírico, fiel enamorado de La Rampa. .

Y La Rampa define a La Habana, manifestó Trejo, quien en su loa sentenció que la Rampa no es una calle. “La Rampa es un estado de ánimo”, proclamó motivado ante el carisma de cubanos y foráneos que disfrutan a sus anchas del atractivo panorama y de la brisa marina.

Lo que fue posteriormente La Rampa era entonces —y lo seguiría siendo durante muchos años— un camino bordeado de sumideros de gran profundidad.

Cuentan que el propietario de los terrenos de La Rampa, Bartolomé Aulet, construyó su vivienda en el fondo de un hoyo cercano a lo que hoy es la sede del Instituto Cubano de Radio y Televisión.

De acuerdo con sitios digitales cubanos uno de los primeros compradores en la zona fue Amadeo Barletta, empresario italiano que se radicó en Cuba durante la primera mitad del siglo XX, donde fue representante de la firma General Motors, dueño del Banco Internacional de La Habana y del Canal 2 Telemundo.

Pero en realidad Goar Mestre, magnate cubano de la radiodifusión, tuvo el privilegio de percatarse antes que nadie de las posibilidades de La Rampa. Se decidió por ese lugar desoyendo otras sugerencias. Pensó que si construía allí, los terrenos aledaños se revalorizarían y la zona se poblaría de inmediato.

Radio Centro se inauguró el 12 de marzo de 1948. Poco antes, el 23 de diciembre, había abierto sus puertas, como parte del complejo radiofónico, el teatro Warner, hoy cine Yara.

A partir de entonces, La Rampa creció en un abrir y cerrar de ojos: edificios de apartamentos, como el del Retiro Médico con valiosos murales, restaurantes y centros nocturnos, agencias de publicidad… El edificio donde radican las oficinas de las compañías de aviación fue un centro comercial y en su galería de arte expusieron sus pinturas, en abril de 1953, los artistas del mítico grupo Los Once, que revolucionaron la plástica cubana de su tiempo, según destacan las referidas fuentes.

Una de las acciones fundamentales que convirtieron a La Rampa en un torbellino artístico fue la apertura, en 1963, del Pabellón Cuba, obra emblemática de las postrimerías del movimiento moderno en la Isla. Las aceras de la amplia avenida quedaron decoradas con obras de pintores como Wifredo Lam, Amelia Peláez y otros consagrados.

A partir de ahí, esta zona desplazó a espacios como el Boulevard de San Rafael, y se convirtió en el auténtico corazón de La Habana, donde se encuentra la esquina de 23 y M, una de las más céntricas de la capital del país caribeño, y muy cerca la mítica Coppelia, punto de cita de aquellos que desean saborear un helado que contribuya a atenuar el calor.

De acuerdo con otros datos tomados en Internet algunos bares y clubes nocturnos recuerdan la edad de oro de la vieja Habana nocturna, con espacios como La Zorra y el Cuervo, una meca del jazz en Cuba, y el cercano cabaret "Pico Blanco", del Hotel Saint John, que fuera feudo del "filin", variante del bolero creada, entre otros, por José Antonio Méndez y César Portillo de la Luz.

La Rampa ostenta sus mejores galas en diciembre para recibir el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano y todo el año, en un pequeño parque frente al Pabellón Cuba pueden adquirirse artesanías para llevar como souvenirs a familiares y amigos.

Rampa arriba, Rampa abajo desandan cubanos y foráneos el tramo más famoso de la céntrica Calle 23, y a la que Mario Martínez Sobrino, considerado por el escritor Ángel Augier el poeta de la Rampa, canta a esa hechicera avenida, favorita de la juventud, como antaño fueron la Plaza de Armas, la Alameda de Paula, el Paseo de Isabel Segunda, la Alameda de Tacón o Paseo Militar, Prado y Malecón.

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